domingo, 21 de junio de 2009

LA QUEDADA.


“Colás, Colás , Colás mi Nicolás, lo mucho que te quiero y el mal pago que me das.” (1)

La cancioncita se había convertido en letanía y se puede decir que aquella letanía me llevó la semana pasada a una cita a ciegas.

A finales de marzo lo más urgente de mi trabajo está medio resuelto. Al principio de la primavera ya empieza a calentar un poquito el sol y el estrés mengua. En el aire se respira la necesidad de levantar el pedal que hace pasar el tiempo como un rayo.

No sé muy bien el porqué pero de repente una mañana me levanté con la cancioncita en mi cabeza. Tan sólo era capaz de recordar la estrofa de arriba. Internet y el relajo propio de esas fechas hicieron el resto: encontré varios blogs dedicados a mi antiguo colegio. Os invito a los que tengáis curiosidad a que visitéis esos blogs para saber algo a cerca de aquella institución, de sus orígenes, de su “apogeo” y de su merecido ocaso.

Creo que fue el compañero Zoe, eterno niño y amante del verso, quien nos bautizó como “Grillos” y al improvisado chat donde nos reunimos como “La Jaula”. Creó un blog menos sectario que alguno ya existente y en él nos hemos ido conociendo, nos hemos leído, nos hemos descrito, nos hemos ilusionado al reconocernos como compañeros, como cómplices de travesuras y nos hemos entristecido con algún suceso luctuoso.

Era cuestión de que alguien diera un paso al frente para que se organizara una cita, para hacer todo lo anterior pero en el mundo real. Ese paso lo dio la gran familia Fernández Montero. Pusieron a disposición de los “Grillos”, todo lo que tenían sin escatimar nada, ni en el plano material, que ya es un mérito, ni en el del cariño y la atención. Toda una familia dedicada a que pasáramos un rato lo más agradable posible, como si quisieran mitigar las carencias que en el pasado nos proporcionó la vida. Para los que andamos con pequeñas dolencias en el corazón, y no me refiero a problemas de cardiopatías sino a la fosilización por desengaños, esta familia nos dejo claro que la alegría es la fuente donde hay que beber.

El caso es que llegó el 13 de junio con mil preguntas y ese cuerpo de incontinencia que no experimentaba casi desde la infancia. Enfilé la carretera nacional con el plano de cómo llegar grabado en mi mente, con una borrachera de emociones y dudas y con el sol en la espalda confirmando su asistencia. Me hice acompañar todo el camino por la música de una emisora de esas de radio fórmula con el fin de que nada me apartase de mis elucubraciones sobre cómo serían y como estarían mis antiguos compañeros, ya que a los pocos que podría conocer hacía más de treinta años que no los veía.

Por fin abandoné la carretera principal. Por el plano sabía que no podía estar lejos y escudriñaba el paisaje para intentar reconocer una señal que me llevara a la cita. Nunca había estado por aquellos parajes y buscaba siluetas de personas que me indicaran el lugar exacto de la reunión.

Cuando por fin descubrí, sobre la valla, la pancarta con Orfi, nuestro grillo mascota, me temblaban un poco las piernas y mucho el corazón. La parte más racional de mí me decía que tampoco era para tanto. Avancé con más emoción que decisión, crucé el portalón y allí estaban ellas, las mujeres de la familia. Matronas, esposas, hijas e incluso nietas. Se me antoja que no estaban allí asumiendo ninguna condición. Estaban para ayudar a que nada nos apartara del objetivo de encontrarnos y sentirnos a gusto.

Rápidamente fui presentado, me reconocieron como si me conocieran, que estas paradojas se dan entre el mundo virtual y el mundo real y Noe, nuestra musa, nuestra creativa (usando el neologismo de moda) se encargo de ser mi guía e introducirme en la reunión.

Llegamos junto a la piscina que estaba tomada por la alegría de los niños y en sus orillas ya se refrescaban con bebidas los asistentes a la quedada. Vicente y sobre todo Pedro ejercían de anfitriones, Quesada, Sanz Méndez, Román, Bolita y su señora se iban conociendo o reconociendo. Seguidamente aparecieron tras dar un paseo Zoe y Miguel. Más tarde se agregó Marce, que llegó desde Mondragón, demostrando un deseo por conocernos y una ilusión por saber de nosotros. Jandro y Patri se nos unieron por la tarde y alguno más.

Hubo regalos, recuerdos en forma de pequeños orbes, pulseras de cuero que lucimos constantemente, pero sobre todo hubo camaradería, compañerismo y la sensación de haber pertenecido a un exclusivísimo colegio.

Juntos volvimos a bajar aquella cuesta de la entrada pero sin el desasosiego de antaño. Juntos visitamos y rememoramos a las monjas y chicas de servicio que nos cuidaron. Juntos ensalzamos o ajusticiamos, según la historia, nuestra historia, a profesores, auxiliares y chivatos. Juntos recordamos a los fallecidos para que supieran, estén donde estén, que no hay olvido, y si no hay olvido no hay muerte. Juntos comimos, bebimos, brindamos, cantamos y rememoramos nuestra niñez.

Los dejé allí, tenía que volver y tenía que dejarlos con aquella escena de continuidad, de promesa de que volverá a haber futuras quedadas.

Durante mi regreso una tormenta descargó con furia durante varios kilómetros, como si el propio Dios quisiera desahogarse de tanta emoción contenida.

(1).- Esta estrofa pertenece a una canción popular mexicana que en los años 70 cantaba el coro de mi colegio junto a una artista de la época. El Orfanato Nacional del Pardo estuvo ubicado en la finca de Vista Alegre desde 1.947 hasta finales de la década de los ochenta del siglo pasado en las instalaciones que hoy ocupa la Escuela de Danza de Madrid. Es posible que de las espinas de la historia hoy nazcan las flores del arte. La quedada se celebró en las inmediaciones de Pepino, en la provincia de Toledo, al Sur de Madrid.
Aconsejo encarecidamente la lectura del blog de relatos cortos del que fuera compañero, auxiliar, profesor (paradojas orfanateras) y ahora amigo, Miles http://www.retazosdelorfa.es/
Para conocer nuestro virtual patio del recreo de los Grillos, ver fotos, leer anécdotas, poesías, garabatos y demás http://lacomunidad.elpais.com/orfandelpardo/posts


3 comentarios:

Sir Lawrence dijo...

Claro qué el corazón tiene memoria, se llama agradecimiento.
Eso es lo me he sentido querido Nacho a leer tu escrito.
Estuvimos en un centro que nos dió de todo (lo bueno y lo malo) y, supimos salir adelante, aprendimos a hacernos hombres.
Y por ende tener la fuerza suficiente para superar el recuerdo y volver a enfrentarnos a nuestros fantasmas. Lamento no haber estado con vosotros en presencia, pues en esencia lo estoy siempre y lo estáis siempre en mis escritos.
Un abrazo de tu compañero Miles.

Orfa-294...Miguel dijo...

Que quieres que te diga compañero de entonces y amigos hoy como otros tantos de los que por allí,por diversas causas pasamos.Como bien dice
Sir Lawrence...nos hicimos fuertes, crecimos ,superamos las trampas de una infancia dura y nos forjamos un futuro.
Hoy después de tantos años,quiero acordarme de los compañeros que tenia (y tengo) en mis recuerdos.
Como agradecimiento a tu escrito ,te digo que fue la primera de lss muchas que nos esperan y ten en cuenta que en la segunda, con contar con un Grillito mas engrandeceria el reencuetro.
Lo haria mil veces !..merece la pena.Sabes bien mi amigo Nacho,la amistad no tiene precio y menos cuando es verdadera.
Como presentación en este, tu rinconcito os mando un saludo y un abrazo,si! digo bien....
os mando para nuestro compi y maestro Miles y en especial al benjamín de la "Jaula"
un abrazo de tu compañero Orfa-294.

Nacho M. dijo...

Sir Lawrence, Don Miguel están en su casa, gracias por honrarla.