sábado, 6 de junio de 2009

SOLTANDO LASTRE.





CRUZ DEL RONCUDO. (1)

Dulce, llévame dulce
hasta que de mis huesos
crezcan las flores
que mi carne no pudo dar.

Dulce, llévame dulce
hasta que en mi olvido
nazcan los hijos
que no pudimos fecundar.

Dulce, llévame dulce
hasta que por mi ausencia
mueran los males
que sólo supe engendrar.


El poema o lo que sea, lo escribí a finales de 1.994 o principios de 1.995. En contra de lo que se pueda pensar no había asesinado a nadie, más bien al contrario. Con casi quince años menos, al sufrir mal de amores y con ansias de ser poeta, era capaz de invocar a la muerte. La verdad es que entonces la parca estaba más lejos que ahora y con tal de coquetear pues hasta con la señora del dalle.

“Porque amores que matan nunca mueren…” publicaría más tarde Sabina. Pero no, no había leído este poema. Lo que sí yo ya había escuchado era la canción de Los Panchos que decía: “Espérame en el cielo si es que te vas primero…” ¡Francamente, qué mala leche tiene el bolerito! Eso sí, camuflado con un melifluo tono llorón. Yo al fin y al cabo buscaba protagonismo dispuesto a pagarlo con mi vida, pero sólo con la mía y de una manera figurada.

No quiero ser irrespetuoso ni con el desasosiego que sentía en aquellos momentos, ni con el rictus tristón del que hacía gala, y menos con las horas de interminables y noctámbulos soliloquios frente al alcohol y al lado de algún amigo. Aquel sufrimiento que ahora miro con más cariño que desdén sirve hoy como declaración y testimonio de algo vivido, amamantó al entonces imberbe cinismo que hoy habita en mí, pero sobre todo sirvió para escribir un poema y eso es mucho, aunque sea de dudosa calidad literaria.

Menos mal que los deseos expresados no se cumplieron y que de mis huesos, y no de todos, de alguno en especial, sólo nazca alguna molestia ante la inminencia de un cambio de tiempo. Ahora mismo me resulta difícil decidir si los hijos se engendran o se fecundan y se puede consultar las hemerotecas y anuarios para saber que no soy responsable de ninguna de las catástrofes acaecidas por aquel tiempo.

Los que lean esto y vivieran aquello conmigo tienen licencia para sonreír y criticarme en la intimidad. Los que nunca hayan sentido nada parecido, en mayor o menor grado, peor para ellos. Dios sólo absuelve a los pecadores.

(1).- Punta Roncudo se encuentra en la Costa da Morte y eso supongo da mucho juego literario. Allá el Atlántico se muestra enfadado con frecuencia y el viento y la lluvia entristecen el paisaje. Eso sí, los percebes son riquísimos.

Yo sólo lo visité una vez, a Punta Roncudo, se entiende. Obviamente no lo visité solo. Había y supongo que allí seguirá, una cruz de las que tanto abundan por Galicia, allá por el Norte.

1 comentario:

Kureka dijo...

Recuerdo la foto perfectamente, una vez la utilicé para escribir un cuento para el instituto (qué andaría cotilleando para encontrarla..)También recuerdo todo lo demás, lo de que "amores que matan nunca mueren.." Y sí, peor para ellos.