lunes, 25 de abril de 2011

EL LADRÓN DE RECUERDOS




- ¡Hay que joderse con tu primo! A la rubia le ha contado, como si fuera suya, la historia de nuestro viaje a Asturias. Le ha recitado todos los detalles, hasta que el perro se cagó en el coche como si el coche y el perro hubieran sido de su propiedad.

Mi primo tiene el don de la palabra. Le veo rodeado de chicas, siempre tan atentas cuando lo traigo al barrio. Apoyado en su silla está Juanlu, único varón que no desentona entre su feligresía femenina.

- …Y esta mañana a Antonio le ha relatado, con pelos y señales, lo de aquella francesita. Vale que la ha cambiado la nacionalidad, que en su versión es belga, y el sujetador era malva y no negro. Y que en vez de quedarse enganchado en mi pulsera fue en su reloj y que no fueron sus tíos sino sus padres los que le pillaron con una mano debajo de la camiseta y sin poder sacarla… La mano. No me mires así, y no te rías, ¡joder! Y que al final tuvo que ser la propia madre de ella la que, con toda naturalidad, me liberara la mano y de paso mi honor ¡Pero qué coño madre, si era su tía! Al final me lía hasta a mí. Lo mejor es que Antonio ya lo sabía, ya se lo había contado yo unas cuantas veces.

No me río. Sonrío. Sonoramente, con ese ruido que provoca el aire al salir por la nariz. Escucho las quejas de Luis. No sé por qué hoy le ha dado por ponerse puntilloso. Conoce a mi primo desde hace tiempo. Sabe de sus manías y de sus formas. Hasta hoy nunca le han molestado. Será por airear una de sus múltiples y engordadas anécdotas ante el mujeril público. Pero su decoro está a salvo, ninguna de ellas se ha percatado de la suplantación.

- No me hagas mucho caso. La verdad es que el jodío tiene su gracia contándolo. Yo no lo haría igual ¡Anda! que éste cuando se juntara con tu tío Ricardo debía ser la repanocha.

No tengo ningún recuerdo de “éste” con mi tío Ricardo. Si recuerdo a mi tía Asun con mi madre y conmigo cuando íbamos a visitarlo. Víctor ocupaba aparatosamente la mayor parte de aquel lúgubre salón. Mi tía Regis, su madre, siempre a su lado, colocándole ora la camisa ora el flequillo del pelo. Mi tío Demetrio, su padre, siempre silencioso, ausente, intentando por enésima vez, a la mortecina claridad del tragaluz, acabar un “ocón de oro”, mientras mi primo nos contaba historias del pueblo u otras de la vida cotidiana. De otra vida cotidiana. Historias que todos más o menos sabíamos y que no nos atrevíamos ni tan siquiera a matizar. Cuando yo intentaba decir algo recibía un pequeño empellón o una mirada conminatoria, cuando no un pellizco que me impedía desenmascarar a mi primo.

- ¡Seré gilipollas! Oye, perdona, se me ha ido la cabeza. La verdad es que a veces me asombro de lo mezquino y egoísta que puedo llegar a ser. Ya sabes que es sólo un pronto. Ahora que lo pienso me siento fatal.

Sé como te sientes, Luis. Sabré yo de mezquindades y egoísmos. De mirar hacia otro lado y de acordarse, sólo y de pasada, en navidades y cumpleaños. De Eloy siempre estudiando o haciendo deporte, según excusaba mi tía Asun, que a su vez nos detallaba por enésima vez la dificultad de convivir con el moderno eremita en que se había convertido mi tío Ricardo. El resto de la familia argumentando lejanías, otras cercanías, cosechas, siembras o la esclavitud de la ganadería.

- ¿Y qué dices que le pasó a tu primo? No sé si alguna vez me lo has contado.

No, nunca te lo he dicho. También en esto mi primo se adueña de otros recuerdos. Cuenta que fue con una moto, en una recta cerca de Chinchilla, él que lo más lejos que ha llegado es a Toledo. Otras veces confiesa, sin ningún rubor, como siendo niño se cayó de una torre de alta tensión, a la que se había subido con unos amigos, o el mal calculado salto que desde su impostado trampolín realizó en una soleada mañana de agosto. Malos recuerdos que se le adhieren por los pasillos de la residencia y que luego asimila, deglute y expulsa a los cuatro vientos como si fueran suyos. Supongo que será menos aburrido un accidente o una travesura que una enfermedad congénita, el paralís del que mi tía habla con otras desconocidas en las tediosas salas de espera.

- Luis, ¿me acompañas a llevarle a casa?
- Sí, claro, no tengo otra cosa que hacer, así por el camino le cuento lo de cuando me echaron del colegio.

Agradezco como propio el regalo que Luis le va a hacer. Yo empujaré, como siempre, la silla en silencio. Oiré de nuevo la historia de uno y me volveré a sentir algo cautivo al ver la expresión del otro.

Regreso pensando que quizás fuera gracias a aquellas veladas, de café y pastas Cuétara, cuando comprendí la importancia de los silencios. Los silencios que mi madre, mis tías y mi tío se auto imponían cuando hablaba mi primo. Pero sobretodo mi propio silencio, que al romperse podría haber mermado la poca felicidad de Víctor, el ladrón de recuerdos.



8 comentarios:

Marcos dijo...

Como dice un compañero, leyéndote siempre se aprende, ¡joder! en vivo y en directo pareces otro, ni mejor, ni peor.

El problema de los recuerdos, es cuando ya no se recuerdan o no queda quien los cuente, por eso yo siempre digo que ni quiero olvidar, ni quiero ser de los olvidados y quiero contarlos y cuanto mayor soy, más historietas me cuento a mí mismo y si interesan al alguien, mejor, bastantes o demasiados silencios hemos tenido que aguantar.

Recibe un beso, no centrado, o dos en la izquierda.

Kureka dijo...

No estoy segura de si yo robo recuerdos como Victor, o es mío también el de Asturias y el perro :)

El 14 a comer y luego fiesta y luego cena del 40..Por fin es mayo.

Besosmil.

Nacho M. dijo...

Gracias Marcos:

Siempre fiel a tu mesada. Recibo los besos por la izquierda y me los quedo.

Recuerda y dilo. En ocasiones lo hacemos a coro, junto a otros “Caniqueros”: recordamos, lo decimos y tan panchos.

Aunque no te parezca soy el mismo que en persona, ni mejor ni peor. Aunque en un lugar diga asesinato y en otro matarile, en ambos llevo una copa en la mano.

Un abrazo.

Hola Kureka:

Por fin viene mayo. Por fin llegáis.

De Asturias tienes recuerdos parecidos, pero no son los mismos. Esa Asturias, ese perro y esos personajes sólo habitan por mi cabeza y en este blog.

Te quiero.

Y tu recuerdo es el mío.

Sastre dijo...

Nacho. Ladrones de recuerdos, somos todos “de alguna manera” y en mayor ó menor medida. Otra cosa, es el caso de personas que se instalan en un papel y a base de contárselo a todo el mundo, terminan creyendo que la cosa les ha ocurrido en realidad. A mí, no me importa que me roben los recuerdos, siempre que no los anulen ó maltraten.
Y no me gusta que los intenten suplantar, pero lo verdaderamente preocupante es que los quieran manipular. Y ya sabes de qué hablamos.

Un abrazo y hoy por hoy es primavera.

Queipo dijo...

Hola Nacho como siempre genial.
Cuando se te lee, uno entra en otros mundos, mundos de vidas humanas, es esa la linia la cual facina, ya que el humano siempre por los siglos se podra contar algo de el, es algo especial, y al mismo tiempo aveces te puedes confundir, ¿Es cierto asi, ó sera de otra forma?
Salve Campeon

Nacho M. dijo...

Perdónenme los señores “periféricos” por el retraso.

Luis, evidentemente existen ladrones de exquisitas formas y de habilidad de guante blanco. Algo así era -o es, no sé- “mi” primo. Evidentemente luego están los chapuceros, los impostores, los que malbaratan las historias, los recuerdos y todo aquello que puedan subvertir para su propio provecho.

Hoy es primavera también por aquí. Ya sabes, color, color y color.

Un abrazo.

Pipo:

Hoy es el día después de de los 58. Bienvenido a mi mundo que ya, desde hace tiempo, es el tuyo. Gracias por estar siempre en él.

Abrazucos para ti también.

Sir Lawrence dijo...

A veces los recuerdos se confunden, se enmarañan, se distorsionan y anexionan a nuestro haber...
Otras, basta pulsar el resorte escondido y saltan a la superficie frescos y limpios, como recien adquiridos...
¡Cosas de la mente!
Cómo buen contable, ¡qué bien cuentas las cosas!
Lo malo no es olvidar los recuerdos, lo terrible es olvidar los sentimientos.
Precioso y preciso relato para los momentos que vivimos.
Un abrazo.

Queipo dijo...

Buenos dias a todas y a todos

Nacho y especialmente a ti.
La felicidad se gana ó se trabaja, que se te aprecie, es porque te lo has ganado, cuando se gana lógicamente no se pierde, si se pierde es porque no merecido la pena y no estaba a tus alturas, con los años te acercaras mas a la nostalgia del propio yo, pero también te sentirás mas tu.
Con filosofía barata te deseo Cervantes que te lo pases de putisima y fantásticamente bien en este día de Junio, mes de calor y que te llegue los mas calurosos abrazos de todos aquellos que te aprecian y que abrazarte tus mas allegados te sientas estimado y amado por los tuyos, !pues como dice el refrán, el resto me la suda!
Salve amiguete