sábado, 3 de octubre de 2009

LA CULPA.



Aquel cura de manos huesudas, entecas, de dedos larguísimos y piel blanca, casi mortecina, nos hablaba del pecado original. Luego nos hablaba de Jesús, que vino a la tierra para morir envilecido y así librarnos de él, del pecado original. Ni él ni nosotros habíamos cometido el desmán de la manzana. Nosotros pagábamos por ello por transmisión hereditaria. Él por mandato divino.

La culpa se nos inoculó de pequeños, pegajosa, siempre alrededor nuestro. El potentísimo ojo de Dios que lo veía todo nos hacía dudar de cualquiera de nuestros actos. Sólo los más descreídos eran algo traviesos. Además del ojo de Dios estaban los de nuestros difuntos que, como no podíamos imaginar que fuera de otra manera, vigilaban desde el cielo todos nuestros actos.

Ahora, ya talludito, procuro no darle mucha tarea a Dios, por ejemplo no robo ni mato, nunca lo hice. Cometo los mínimos actos impuros, y blasfemo sin intención alguna de ofender al trío celestial. La gula si que a veces me degrada, junto al alcohol. Cada vez menos hago uso de estupefacientes ilegales y más de los legales. De la envidia huyo raudo y procuro no confundirla con la admiración, que es eso que llaman algunos la envidia sana. De la avaricia poco, soy un aficionado manirroto. La mentira sólo la uso para salvaguardar la integridad y mi trabajo. La soberbia me parece chabacana y en la lujuria empiezo, si no lo he sido siempre, a ser patoso. Ahora se me van los ojos tras las nalgas de las jovencitas, algunas menores que podrían ser mis hijas y entonces aparece la culpa, sola o en compañía de mi mujer. También con las indigestiones y con las resacas aparece.

Tengo alguna relación con la ira y la pereza. La primera me desborda y es la peor proveedora de mi culpabilidad. La segunda es una suerte de amante que mantengo más por amistad que por atracción mutua. Algo así como esos vejetes que sostienen a sus querindongas más por inercia que por su utilidad.

Me reconcome descubrirme en mis pequeñas mezquindades, pequeñas, a las grandes no llego. A veces me descubro comiéndome el último trozo de un platillo compartido o abroncando a mi pareja cuando por sistema siempre me pide un traguito de mi bebida. Luego siento la culpa, no por la negación, sino por descubrirme un punto de ruindad. De igual forma la sentía cuando disimulaba para no ceder mi asiento en el transporte público. Ahora siempre que lo utilizo, poco, viajo de pie por sistema.

Ni que decir tiene que mi machismo residual también me crea este complejo. Cuando transformado en endiablado chófer arremeto con mi claxon contra cualquier dama que considero que ha ofendido mi excelencia de conductor. Pasado unos instantes suelo mortificarme por mi incívica conducta.

Observo a las nuevas generaciones y se me antojan menos atormentadas por la culpabilidad y, aunque en ocasiones me parecen mequetrefes egoístas, me siento orgulloso de no haber intervenido en el envenenamiento de su existencia con la maldita culpa. O pienso estas cosas para no sentirme culpable.

Al igual que el cura que nos introducía con maestría sacerdotal en el tenebroso y angustioso mundo de la culpabilidad hay seglares doctos en la materia. El chantaje sentimental hizo estragos en mi adolescencia y juventud y tengo culpas eternas heredadas de aquellas épocas. Provocaron en mí desazones descomunales, pero a fuerza de ser sincero me consta que tampoco yo era torpe en su uso. Así pues, y como según escribo esto me siento culpable por ello, aprovecho para pedir disculpas y aliviar mí conciencia.

Con el tiempo he perdido el pudor ante lo llamado políticamente correcto. Procuro ser pragmático. ¡Pero ay de cuando ya no aguanto al felón con sus tontunas! O cuando me intentan imponer doctrinas y recuerdos espurios. Armado siempre de la palabra mediante las teclas entro sin ningún complejo en un virtual cuerpo a cuerpo.

La culpa era y es una angustia en el pecho, en la mente es el preludio de la paranoia. Todo o casi todo era y es pecado. Lo único es que por fin el dogma y todas esas zarandajas me la traen floja.

No quiero engañarme, soy culpable, somos culpables, hasta que no se demuestre lo contrario.

14 comentarios:

BARCENIA dijo...

Me ha gustado.
Supongo que ese sentimiento de culpabilidad lo tenemos una generacion entera; pero, como en el yin y yang, todo lo blanco tiene algo negro y viceversa, asi que lo puedes llamar SENTIDO DE LA RESPONSABILIDAD, te parece?.
BESUCOS

Nacho M. dijo...

Hola Barcenia:
Claro que en muchos casos es sentido de la resonsabilidad, pero el de la sotana y sus conmilitones siempre le daban un barniz tétrico y escatológico. No bastaba con enseñarnos civismo si no existía una condena en el más allá a cualquiera de nuestros actos.

¡Qué alegría me produce que estés por aquí!

Besucos.

SIR LAWRENCE dijo...

La culpa
¡Qué manera de inculcarnos este sentimiento, la culpa!
Añade además el temor de Dios y el del castigo eterno, el infierno.
Hasta que punto nos influyeron que aún hoy recuerdas – y recuerdo- los Siete Pecados Capitales: Soberbia, Avaricia, Ira, Gula, Lujuria, Envidia y Pereza...el que esté limpio de “culpa” que lance la primera piedra.
Me gusta tu análisis...Y sobre todo tu consciencia de haber “pecado” y tus remordimientos.
¿Logramos vivir plenamente nuestra libertad? ¿O nos castraron de por vida?
Si existe un Dios, éste habita en cada uno de nosotros. Y sólo nosotros en pleno uso de nuestra libertad, cometemos nuestros “pecados”.Con nuestras acciones o nuestra omisiones.
Ojala basáramos nuestra vida en el respeto y en la ayuda a los demás, en ser responsables y consecuentes con nuestros actos y, lo más difícil, ser coherentes con nuestras ideas.
La vida sería más fácil, “pecaríamos” menos y no nos sentiríamos culpables.
Un abrazo

Nacho M. dijo...

Caballero, buen caballero Sir Lawrence. Se te echaba de menos.

En superar ese sentimiento se nos ha ido media vida y no estamos seguros de haberlo logrado. Ahora sé que me pasaré el resto de mi existencia buscando la unión entre la razón y la fe. Fe es creer en lo que no se ve, pero hay cosas que se ven que son infumables, como aquel adoctrinamiento que ellos llamaron, y llaman, religión. Acatar aquello a macha martillo no es fe es otra cosa: temor, sumisión.

Me sonrojo cuando los veo manifestarse pidiendo libertad de culto, libertad educativa, y otras cosas por el estilo. Aun guardo fresca en mi memoria, y supongo que tú aun más, cuando tras la “Gloriosa Cruzada de Liberación Nacional” hicieron en este país de su capa un sayo, o una inmensa sotana.

Insisto en la lectura del libro que te recomendé.

Un abrazo Maestro.

Anónimo dijo...

Amigos, qué mundo más feliz será este cuando las sotanas sean sólo un feo recuerdo para los mayores y algo exótico y risible para las nuevas generaciones. Qué bonito el dia que haya que contar a los nietos lo que significaba para los seguidores de una iglesia casi extinta ese símbolo de la cruz. Y que estupendo momento será cuando, al coger el impreso de la declaración de la renta, no encontremos ni buscándola mención alguna a esa iglesia de alma negra y tétrica imaginería.
Que dia más hermoso el que no veamos sotanas, burkas, pañuelos en la cabeza, cruces, santos ni vírgenes (bueno, ni imágenes de vírgenes). Que todo eso pase pronto a formar parte de lo peor del pasado. Que los niños se crien libres de culpa, responsables pero desconociendo qué es eso del pecado.
Yo ya estaré muerto, porque el poder de esa siniestra banda de carroñeros tardará, desgraciadamente, mucho en mermar. Su afán de perpetuarse (el único que les mueve aparte del afán de lucro)es demasiado grande.
Un beso de Extremidad Inferior, el torpe que no es capaz de poner aquí su nombre.
P.D.: podéis imaginar, después de leer lo anteríor, cómo me sentí el otro dia dando de comer a un obispo católico...

Nacho M. dijo...

Estimado Extremidad Inferior:

Esto...Pata ¿Eres tú? Manifiéstate. Ya sé que la vida bucólica y rural tiene recovecos que a los ojos de los urbanitas esconde situaciones peculiares, pero de ahí a criar obispos....Pata ¿Eres tú? ¿Luego que hacéis con ellos? No, mejor no quiero saberlo.

Moñi dijo...

Si amigo, quisiera hablar de religiones, pero quizá porque no me interesan, solo se de la que me metieron a fuerza de estacazos, aunque pienso que son los mismos perros con distintos collares. Es verdad, se nos pasó una juventud que no volverá, en la que todo era pecado y eso no lo perdono, ¿nos dejó alguna tara?, si, pero pienso que el porcentaje de tarados es mal alto y sigue vigente entre ellos, dicen….., que no es verdad, que practican entre otras cosas ¿un celibato?, no me digas que solo con eso (si fuera verdad) no se acumulan más taras que en Zara y El Corte juntos y los que lo “practican”, al final salen por los cerros de Ubeda…., es lo normal.
Como siempre, tu reflexión, enriquece. Saludos.

Anónimo dijo...

Querido Nacho: ¿acaso conoces a otro Extremidad Inferior agnóstico y ateo, torpe con la informática y que trabaje dando de comer (en un restaurante, aclaro al resto)?
Pues sí, vino un señor pedóf... estoooo, vino un señor obispo a comer.
Joder, me encantaria criar obispos. Para venderlos como esclavos, para peleas de obispos, para trabajar dieciocho horas en una mina, para prostíbulos muy degenerados, para vender a antropófagos, para hacer jabón, para vender la piel para carteras y maletas, para vender sus órganos, para películas snuff, para fabricar alimento para perros, para estabularlos y mantenerlos alejados de la gente en general y los niños en particular.
Extremidad Inferior, que sigue sin saber poner aquí su nombre, besa a todos.

Marce dijo...

Ay, el sentimiento de culpa !!!!!
Todavía a mis 53 tacos estoy soltando lastre de aquella "gran educación" que nos dieron para hacer de nosotros "españoles con honor"
Hasta cuando? creo que ya me queda poco, pero algo queda en el disco duro...
Un abrazo GRANDE.

Nacho M. dijo...

Estimado Pata:

Estabulados están. Y menudos pesebres gastan con el pecunio de todos. El problema es que los dejamos sueltos y te hacen cualquier trastada.

Barcenia, Pata, Moñi, Marce, Sir. Nos tuvieron jodidos un buen rato. Ahora que parece que lo tenemos medio superado, disfrutemos de ello, aunque tengamos la sensación de que nos han mangado algo.

¡Salud para todos!

Kureka dijo...

Padre de los ranos, te has superado a ti mismo, buena buena esta entrada, como malos malos ellos :) Eso sí, nada de culpa, causas y azares como mucho.

De lo de mirarle el culo a chicas que podrían ser tu hija, en fin..

Ahora, no sé si es la culpa lo que te tiene tan liado o algún impuesto o el Atleti o qué, pero da señales de vida que estoy de vuelta hace tres días y no sé nada de ti (modelo de comentario "regañina via blog", si me contestas en el mío puntúa doble)

Por favor, no enseñes al señor "Extremidad Inferior" a poner su nombre, que ha conseguido que nos riéramos a carcajadas dos días después de volver de la playa a Shanghai lluvioso y eso tiene su mérito(Besos mil Pata)

Un abrazote.

Moñi dijo...

El relato es real como la vida misma. ¿era peor ayer? ¿es peor hoy? cuantas injusticias por el que dirán, menos mal que vamos soltando “lastre” y reclamamos nuestros derechos, nuestra libertad, cuantos pisoteos del “fuerte” al débil, cuanto tener que callar por las “leyes” impuestas por religión y dictadura y el matrimonio hasta que la muerte os separe…, y digo yo, ¿cuándo te lo encuentres en el “cielo”? ya no valdrá el “contrato”, o si.
Sigues haciéndome reflexionar, saludos.

Moñi dijo...

Nacho, mi comentario anterior iba para otro apartado, pata el último que colgaste, lo siento, aquí parece que no tiene sentido, pero chico, me resulta dificil meter un comentario en tu blog.
Un saludo

Queipo dijo...

Nacho
Nunca me sentir culpable en este mundo.
Siempre vi. La culpabilidad al lado de los mayores y de aquellos que nos quisieron adoctrinar.
Siempre he creído en el ser por su capacidad y sus principios de moral y saber estar, sigo creyendo en los humanos en su capacidad por eso me estorba que se los quieran educar a algo de miedo.
¡Si DIOS EXISTE! El me ha dado los medios para se como soy, si soy malo o bueno el es el que menos me tiene que juzgar ya que el es quien me a hecho, por lo tanto mi reflexión me dice que no es Dios y menos la iglesia quien tiene que juzgarme en vida, para mi son los seres con los que convivo los que me tienen que juzgar, ¡Y como son humanos, lo mismo que yo me juzgaran según sus creencia o formas de pensar o culturas, todo sujeto a una sociedad la cual el ser es lo mas importante!
Lo que quiero decir culpabilidad, nada de nada, juzgarme por otro ser sin conocerme y eso es muy difícil, también nada de nada.
Como individuo que soy, critico a las sociedades, en ellas están el mal y el bien y eso al gusto del consumidor.
Nací para vivir, nací para ser libre, nací también para morir, lo are al igual que todos, ¿Pero he vivido, he sido libre? Quiero nacer otra vez en una cultura de muy alta clase y libre quiero dictar mi vida a mi manera sin tener que preocuparme de alimentar a mi cuerpo o a los míos quiero disfrutar la vida, quiero amar y ser amado, sin decir gracias a nadie ni que me las den a mi.
Amo a mi hija, que para mi es algo muy grande, a ella la introducido algo de este pensamiento liberal y no me arrepiento ni ella echa de menos el bautismo ni la religión y como ser egoísta siempre busca en los otros la culpabilidad.
Siempre pensé que hacer sentir a otro culpabilidad era tener poder contra el, y eso lo aprendí allí.
Estoy harto de la culpabilidad de ser humano ¡No somos culpables de nada, somos seres interfectos pero no culpables!
Salve compi muy interesante tema
Saludos