lunes, 19 de octubre de 2009

NADA ES ETERNO


“Madrid, 12 de abril de 1.974.

Querida mamá:
Espero que al recibir ésta te encuentres bien, yo bien gracias a Dios. No veas lo feliz que soy, Pedro es encantador y por fin le ha salido ese trabajo que te comenté. Espero que con lo que ahora vaya a ganar y lo poco que gano yo en la oficina podamos por fin casarnos. El sábado pasado estuvimos viendo pisos en Móstoles, queda un poco lejos pero es lo más accesible que, por ahora, hemos visto……”

Levantó la vista de aquel papel cuadriculado y miró hacia al techo para absorber el agüilla que manaba de su nariz. Miró de reojo a aquella anciana, de aspecto liviano y ojos permanentemente acuosos que le recordaban a los de un pez y que permanecía inmóvil recostada en el sofá. Volvió a centrar la vista en el interior de aquella lata de galletas. Eligió otra carta, el papel era similar y la letra, como la de la anterior, era redonda y clara.

“Madrid, 17 de julio de 1.977.

Querida mamá:
Espero que al recibir ésta te encuentres bien, yo bien gracias a Dios. Ya hemos llegado de Lanzarote, y lo hemos pasado estupendamente y Pedro ha estado la mar de divertido y atento. Nos han encantado los Jameos del Agua y el Mirador del Río.
¡Qué guapa ibas el día de la boda! Espero que te lo pasaras bien. Por mi parte ……”


Volvió a mirar a la anciana. Repasó con la vista aquella habitación que en su infancia la acogió en multitud de ocasiones. Miró los muebles, el descolorido papel pintado de las paredes y todo se le antojó raro y extraño. Del otro lado del tabique le llegaban los murmullos y las voces quedas. Siguió repasando los amarillentos sobres de la lata de galletas.

“Madrid, 24 de junio de 1.978.

Querida mamá:
Espero que al recibir ésta te encuentres bien, yo bien gracias a Dios. Nunca podré agradecerte lo suficiente que te quedaras conmigo estas dos semanas. La niña sigue cogiendo peso y está guapísima. Dice la madre de Pedro que es igual a él cuando era pequeño. Yo creo que no……”
Tomó conciencia de que esa niña era ella. Volvió a mirar a su abuela, su pelo cano, sus horquillas que, en las estadías veraniegas, antes de que ella también viniera a Madrid, fueron sus juguetes preferidos. Luego su mirada se posó en aquellas orejas dadas de sí por el paso del tiempo y no por el peso de los pendientes como le respondía en broma cuando la preguntaba.

“Madrid, 19 de noviembre de 1.981.

Querida mamá:
Espero que al recibir ésta te encuentres bien, yo bien gracias a Dios. La fábrica donde trabaja Pedro, bueno, trabajaba, ha cerrado. No se encuentra muy animado y no sabe cuando le van a pagar la indemnización. Le he planteado la posibilidad de volver a trabajar y se ha enfadado muchísimo, me ha dicho cosas pavorosas y me ha asustado….”

Según leía creyó descubrir cuando empezó todo. Cuando empezaron los gritos, los portazos, las malas contestaciones. Miró y descubrió el brillo de las lágrimas que desde los cansados y rojos ojos se deslizaban por la piel acanalada de su abuela.

“Madrid, 22 de febrero de 1.988.

Querida mamá:
Espero que al recibir ésta te encuentres bien, yo bien gracias a Dios. Ayer no pude decirte por teléfono lo que hora te comento, me vigila a todas horas y nos tiene prohibido a la niña y a mí que lo utilicemos, que gastamos mucho dice. Más gasta él todas las noches en el bar. Además se ha vuelto a quedar en el paro, se le ha acabado el contrato. El otro día le planteé la separación y me levantó la mano. Por un lado me da pena pero esto es un sin vivir. ….”
¿Estás bien? ¿Quieres qué te traiga algo? Interrogó a su abuela. La anciana negó con la cabeza mientras suspiraba. Siguió rebuscando en la lata como si en sus profundidades se encontrara la resolución de algún misterio. Detrás de las fotos con los bordes dentados, con personas que no conocía, descubrió una carta en papel azul claro, de letra alargada.

“Zamora, 26 de enero de 1.993.

Estimada Pili:
Me dio mucha alegría recibir tu carta después de tanto tiempo aunque fuera para contarme lo triste de tu matrimonio. No sé como podría ayudarte, sólo puedo decirte que el matrimonio para mí es sagrado y que tiene sus sinsabores….”

Sonrió con amargura, tragó saliva antes de que las lágrimas volvieran a inundar sus ojos.

"Seguramente con la ayuda de Dios salgas de este bache.
Tuya que te estima.
Goyi.”


Se encontró con el parte de defunción de su padre, con las cartas que ella enviaba desde Londres. Su abuela se había quedado dormida transida por el dolor. Bromeó consigo misma y con el recién estrenado fantasma cuando pensó que la vida de su madre era una lata y su muerte una urna de yeso y arena.

Entró en el salón donde estaban los enlutados familiares y amigos. Recibió pésames y condolencias. Escuchó a alguien decir no somos nadie, oyó a su tío como le decía mientras la abrazaba que fue una buena mujer, escuchó ánimos, la vida sigue y recibió besos en silencio.

Le llamó la atención aquella elegante señora que se acercaba. Hola, lo siento muchísimo. La miró con extrañeza. Soy Goyi, fui muy amiga de tu madre. Siguió mirándola con más extrañeza mientras asentía con la cabeza. Por fin estará con tu padre, la oyó decir, ¡con lo que se querían! No pudo más, bajó la vista y sintió un cansancio añejo, de años y años. Tomó distancia, negó con la cabeza, negó con las manos, sintió que el aire le faltaba en el pecho y al fin pudo gritar con todas sus fuerzas: ¡No, coño, no!

10 comentarios:

Sir Lawrence dijo...

Magistral.
Es increible la sencillez que has dado al texto para transmitir con tanta fuerza tan hondo y crudo mensaje.
Me ha encantado el recurso de la carta como recuerdo-historia mezclada con la reflexión-presente.
Ahora soy yo el que te envidio.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Simplmente precioso. Me ha encantado. Besos

Nacho M. dijo...

Gracias Maestro por los piropos. También gracias a ti Anónimo, aunque me hubiera encantado saber quien eres. A ambos muchas gracias.

femoom_m1961( Miguel ) dijo...

Simplemente Grandioso, en cuatro palabras ,has dado sentido a toda una vida, que dura es a veces la vida y encima callada. Amigo cada día me sorprendes más, llevas buena dirección al final llegarás al Sur, tiempo al tiempo te lo dice un amigo. Que está poco a poco y sigue aprendiendo del maestro y este(por ti) buen alumno.
un abrazo compañero.

Anónimo dijo...

Bonito, emotivo, bien escrito (y eso no se lo digo yo a cualquiera).
Para el próximo recuerda lo que dijo Brian: "Always look on the bright side of life, lala, lala lalalala...".
Te quiero amigo. Abrazos de Mr. Leg.

Juan Carlos Chanque dijo...

No me canso de decirte, tienes que escribir una novela. Es fantástico el relato. Besos

Nacho M. dijo...

Gracias Miguel. Tú sigue leyendo, dando caña y disfrutando.

Dear Mr.Leg:
I love you too. Thank you so much for your beautiful words.(Servicio de traductores Kureka Express). Abrazos muchos.

Chanque:
Gracias por tu apoyo incondicional. Nunca se sabe, a lo mejor algún día os sorprendo a todos. De momento hay que tener dedicación, constancia y tiempo y no ando sobrado de ninguna de las tres.
Un abrazo.

Moñi dijo...

El relato es real como la vida misma. ¿era peor ayer? ¿es peor hoy? cuantas injusticias por el que dirán, menos mal que vamos soltando “lastre” y reclamamos nuestros derechos, nuestra libertad, cuantos pisoteos del “fuerte” al débil, cuanto tener que callar por las “leyes” impuestas por religión y dictadura y el matrimonio hasta que la muerte os separe…, y digo yo, ¿cuándo te lo encuentres en el “cielo”? ya no valdrá el “contrato”, o si.
Sigues haciéndome reflexionar, saludos.

J. M. Quesada dijo...

LA LATA DE LOS RECUERDOS
Por razones que ahora no vienen al caso, pasé en mi niñez, varias temporadas “repartido” entre mis familiares.
En todas las casas sin excepción, tenían su lata, generalmente de forma rectangular, donde se conservaban, tanto los recuerdos gráficos como los escritos.
Mi abuela, mi madre, mis tías, mis primos…
Has conseguido con tu historia, trasportarme a tiempos pasados. Junto a los míos. Alrededor de la mesa camilla, viendo las viejas fotos y repasando el ayer.
Mi querido cortijo “El Chisquero”, ya está derrumbado. Pero guardo sus fotos en mi “lata”…
Gracias una vez más, amigo Nacho por compartir tus ingeniosos escritos con nosotros.
Cuantas tragedias “duermen” en aquellas latas.
Por cierto… ¿quien coño, se comería las galletas? ¡Yo nunca las vi!
Un abrazo

Nacho M. dijo...

Marcos:
Esperemos que no, que después de esto se haga borrón y cuenta nueva, porque sino aquello va a ser un cisco.

Juanma:
Gracias por compartir el por qué de El Chisquero. Yo sé porque te lo digo. Las galletas se las comía el que tenía que dejar hueco al recuerdo. Estoy seguro.

A los dos, muchas gracias Compañeros.